TIERRA, AGUA, AIRE Y FUEGO.
Se les conocía como los Elementales y se decía que podía intervenir en las vidas de los hombres si los invocaba un brujo o hechicero.
Paracelso, alquimista de la edad media escribió sobre ellos y esto fue lo que dijo:
Estos seres no pueden clasificarse entre los hombres, porque vuela como los espíritus; no pueden ser clasificados de espíritus, porque comen y beben como los hombres. El hombre tiene un alma el espíritu no necesita.
Los Elementales no tiene alma y sin embargo no son semejantes a los espíritus: estos no mueren y aquéllos sí mueren. Esos seres, muriendo y no teniendo alma,
¿Son pues animales? Son más que animales porque hablan y ríen.
Son superiores a los hombres en que son inescrutables, como los espíritus.
Conviene agregar que Cristo, habiendo nacido y muerto para redimir a los humanos no ha podido redimir a aquellos seres.
Los Elementales son prudentes, ricos, sabios, pobres y locos igual que nosotros.
Ellos son la imagen grosera del hombre, como éste es la imagen grosera de Dios.
Viven tales como fueron concebidos por Dios, que no quiso que pudiesen elevarse a un rango superior.
Estos seres no temen ni al agua ni al fuego.
Están sujetos a las indisposiciones y a las enfermedades humanas. Mueren como bestias y su carne se pudre como la carne animal. Virtuosos o viciosos, puros o impuros, mejores o peores, como los hombres, ellos tienes las costumbres, los gestos y el lenguaje; como ellos difieren en las facciones y en el aspecto, viven bajo una ley común, trabajan con sus manos, tejen sus vestidos y se gobiernan con sabiduría y justicia. Para ser hombres no les falta nada más que el alma. Y como el alma les falta, no piensan en servir a Dios ni en seguir sus mandamientos; el instinto sólo les impulsa a conducirse honradamente.
Así como entre las criaturas terrestres el hombre es el que se aproxima más a Dios, entre los animales son aquellos seres los se aproximan más al hombre.
Los Elementales tiene cuatro especies de moradas: acuática, aérea, terrestre e ígnea.
Los que habitan en el agua se llaman Ninfos, los que viven en el aire Silfos, los de la tierra Pigmeos y los de fuego Salamandra.
Yo no creo que estos nombres sean verdaderamente los que ellos usan entre sí , y más bien pienso que se los han atribuido gentes que no han tenido trato alguno con ellos; yo les daré esos nombres, aunque también se pudiera llamar a los acuáticos Ondinos, a los aéreos Silvestres, a los terrestres Gnomos y a los ígneos Vulcanos. Además, poco importa los nombres: lo que conviene saber es que estos seres habitan en medios bien distintos y que los Ninfas, por ejemplo, no tienen comercio con los Pigmeos.
Se sabe que hay cuatro elementos: Aire, Agua, Tierra y Fuego. Se sabe también que nosotros, los descendientes de Adán, estamos rodeados de agua. Para los peces, el agua reemplaza al aire; par los hombres el aire reemplaza al agua.
Cada ser está apropiado al elemento en que se halla sumido.
Los Andinos, concebidos para vivir en el agua, se sorprenden de vernos vivir en el aire, como rostros nos sorprendemos de verlos a ellos vivir en el agua.
Lo mismo los Gnomos que atraviesan sin la menor dificultad las rocas más densas, como nosotros atravesamos el aire, porque la tierra es su caos, porque este caos está formado de piedras y de rocas, como el nuestro está formado de aire.
Cuanto más denso es el caos, más sutiles son sus habitantes y viceversa; el hombre, habitando un caos sutil, es denso.
Los silvestre son los que se aproximan más a nosotros: viven en el aire; se ahogan en el agua, mueren bajo tierra y se queman en el fuego.
Los Elementales duermen, reposan, velan, como los hombres, y como ellos tienes un sol y un firmamento.
Los Gnomos van a través de la tierra como nosotros a través del aire, y distinguen a través de la tierra el sol, la luna y las estrellas. Lo mismo los Ondinos ven el sol a través del agua, y los Salamandras ven también al astro del día fecundar su caos y producir el verano, el invierno, el día y la noche.
Como nosotros, ellos están sujetos a las fiebres, alas pleuresías y a otras enfermedades enviadas por el Cielo, porque los serán: hasta el día del juicio final serán animales.
No se puede evocar a la casualidad a los Elementales; cada especie influye en los individuos según sus temperamentos.
Para evocar a estos seres hay que conocer sus planetas y sus signos zodiacales.
Muchos de los Gnomos, se manifiestan y son vistos y oídos, principalmente en los lugares donde hay tesoros y riquezas o existen minas de oro y plata. Aman los tesoros y no abandona fácilmente tales lugares. Ellos enseñan muchas cosas a los mineros, pero también les causan disgustos, unas veces tirándoles de las piernas y otras golpeándoles .Algunas veces les indica los tesoros.
Estos espíritus son los menos buenos de todos los espíritus, pero a pesar de amar el mal no son diablos. Además hay una gran diferencia entre estos espíritus y los diablos: los diablos no muren nuca y estos espíritus si mueren.
Y la siguiente información es lo que nos dejo el profesor Schwaeble para evocarlos:
Si usted quiere arrancar a los Elementales sus tesoros, ellos los defenderán a su manera y le darán un disgusto. Para defenderse de los Elementales, lo mejor es el Círculo mágico, que se traza en la tierra con la Espada mágica.
La Espada mágica es una espada ordinaria; en rigor, puede ser un pedazo de madera con un agujero en uno de los extremos.
Antes de entrar en el círculo mágico se ha de colocar fuera de él los presentes que se ofrecen a los Elementales y que varían según la especie: oro, plata cristal, heliotropo y perlas, para los Silfos; mercurio, para los Andinos; hierro, cobre, jaspe, rubíes, esmeraldas, corales, faisanes, perdices y palomas, para las Salamandras; y plomo, fresno, ratones y tortugas para los Gnomos.
Una vez en el Círculo, se vuelve hacia el Norte, si evoca a los Gnomos; al sur, para los Salamandras; al Este, para los Silfos; y al Oeste, para los Andinos, y se pronuncia una de las oraciones.
Entonces, los Elementales aparecen, sea mostrándose distintamente o más o memos confusamente, o ya manifestando su presencia por algún ruido soplo etc.
Si no aparecen entonces se vuelve a repetir la oración, pero esta segunda vez en tono imperiosos.
Cuando aparezca el Elemental se le explica sin turbación, con palabras claras y bien pronunciadas, lo que se espera de él. En seguida se le despide; pero se ha de procurar no salir del Círculo mágico, de la fortaleza, sin asegurarse que el ser o los seres han partido.
Para asegurarnos de que han partido podéis emplear los grades medios, y los grandes medíos para despedir a los Elementales son las fumigaciones de sustancias contrarias a su elemento propio: basta con recordar que las fumigaciones de azafrán son las de los Salamandras; las fumigaciones de áloes la de los Silfos; las fumigaciones de azufre las de los Ondinos, y las fumigaciones de eléboro la de los Gnomos.
Y que las fumigaciones de azafrán son contrarias a los Ondinos; las de áloes a los Gnomos; las de azufre a los Salamandra y las de eléboro a los Silfos.
Se tendrá en precaución, antes de encerrarse en el círculo, de ponerse en los bolsillos o en el suelo junto a los pies, un poco de la substancia contraria al elemento de los Elementales evocados así, con una copa para quemar aquéllas.
Cuando la substancia comience a arder en la copa, se puede romper el Círculo mágico, sin salir, sin embargo, de él hasta que la substancia esté toda consumida por el fuego.
Información recogida de: J. Willians Scotto / Ciencias ocultas.
Ilustraciones: MAP
ORACIÓN A LOS GNOMOS
“Rey invisible que has tomado la tierra para apoyo y que
cruzas los abismos para llenarlos de tu poder;
tú cuyo nombre hace temblar al mundo;
tú qué haces correr los siete metales en las venas de las piedras:
monarca de las siete luces, remunerador de los obreros subterráneos,
condúcenos al aire deseable y al reino de la claridad.
Nosotros velamos y trabajamos sin descanso, nosotros
buscamos, por la doce piedras de la ciudad santa,
por los talismanes que están abismados,
por el agujero que atraviesa el centro del mundo.
Señor, señor, ten lástima de los que sufren, ensancha nuestros pechos,
levanta nuestras cabezas, engrandécenos.
¡Oh, estabilidad y movimiento!
¡Oh, día y noche!
¡Oh, oscuridad velada de luz!
¡Oh maestro que jamás retiene el salario de sus trabajadores!
¡Oh, blancura argentina!
¡Oh, esplendor dorado!
¡Oh, corona de diamantes vivos y melodiosos!
Tú que llevas el cielo en tu dedo como una sortija con zafiros;
tú que ocultas bajo la tierra en el reinado de las pedrerías,
la esencia maravillosa de las estrellas, vive, reina y sé el eterno dispensador
de las riquezas de que nos has hecho guardianes.
Amén.”
ORACIÓN A LOS ONDINOS
“Rey terrible del mar, tú que tienes las llaves de las cataratas del cielo
y que encierras las aguas subterráneas en las cavernas de la tierra;
rey del diluvio y de las lluvias de primavera, tú que mandas en
la humedad que es como la sangre de la tierra, eres adorado por nosotros
que te evocamos. A nosotros, tus móviles y volubles criaturas ,
háblanos en las grandes conmociones de la mar y temblaremos; háblanos
también en los murmullos de las aguas límpidas y nosotros desearemos tu amor.
¡Oh, inmensidad en la cual vana perderse las corrientes del ser que renace
siempre en ti!
¡Oh, océanos de perfecciones infinitas.! Altura que tú miras en la inmensidad;
profundidad que tú exhalas en las alturas, condúcenos a la verdadera vida
por la inteligencia y el amor! Condúcenos a la inmortalidad por el sacrificio para que seamos dignos de ofrecerte un día el agua, la sangre y las lágrimas, para el perdón de los errores.
“Espíritu de luz, espíritu de sabiduría cuyo
aliento da y toma la forma de toda cosa; tú
que subes entre las nubes y que marchas sobre
los vientos; tú respiras y pueblas los espacios sin fin;
moviéndote sin cesar en la estabilidad eterna, eres
eternamente bendito. Nosotros te alabamos y bendecimos
y aspiramos continuamente a tu inmutable e imperecedera
claridad. Deja penetrar hasta nosotros el rayo de tu inteligencia
y el calor de tu amor; entonces lo que es móvil será fijo;
la sombra será un cuerpo; el espíritu del aire será un alma;
el ensueño será pensamiento. Y nosotros no seremos ya llevados
por la tempestad y tendremos las bridas de los caballos alados
del mañana y dirigiremos las carreras de los vientos de la noche
para volar ante ti.
¡Oh, espíritu de los espíritus!
¡Oh, alma eterna de las almas!
¡Oh, aliento imperecedero de la vida!
¡Oh, suspiro vencedor!
¡Oh, boca que aspira y respira la existencia de todos los seres
En el flujo y en el. Reflujo de vuestra eterna palabra, que es el océano
divino del movimiento y de la voluntad!
aliento da y toma la forma de toda cosa; tú
que subes entre las nubes y que marchas sobre
los vientos; tú respiras y pueblas los espacios sin fin;
moviéndote sin cesar en la estabilidad eterna, eres
eternamente bendito. Nosotros te alabamos y bendecimos
y aspiramos continuamente a tu inmutable e imperecedera
claridad. Deja penetrar hasta nosotros el rayo de tu inteligencia
y el calor de tu amor; entonces lo que es móvil será fijo;
la sombra será un cuerpo; el espíritu del aire será un alma;
el ensueño será pensamiento. Y nosotros no seremos ya llevados
por la tempestad y tendremos las bridas de los caballos alados
del mañana y dirigiremos las carreras de los vientos de la noche
para volar ante ti.
¡Oh, espíritu de los espíritus!
¡Oh, alma eterna de las almas!
¡Oh, aliento imperecedero de la vida!
¡Oh, suspiro vencedor!
¡Oh, boca que aspira y respira la existencia de todos los seres
En el flujo y en el. Reflujo de vuestra eterna palabra, que es el océano
divino del movimiento y de la voluntad!
—Amén”
ORACIÓN DE LAS SALAMANDRAS
“Inmortal eterno, inefable e increado padre de todas las cosas,
que eres llevado sobre el eje de los mundos que se mueven siempre;
dominación de las inmensidades etéreas donde está elevado el
trono de tu poder desde el cual tus ojos sin par lo ven todo y tus
oídos bellos y santos lo escuchan todo, oye a tus hijos,
a quienes has amado desde el nacimiento de los siglos; tu dorada,
grande y eterna majestad resplandece por encima del mundo y del cielo
y de las estrellas; tú estás elevado sobre éstas. ¡Oh, fuego centellante!
Allí te iluminas tu mismo con tu propio esplendor
que sale de tu esencia , de los arroyos de luz que nutren
tu espíritu infinito. Este espíritu infinito nutre todas las cosas y
está siempre dispuesto para la generación que los trabaja y
que se apropia las formas de que tú has impregnado desde el principio.
De este espíritu han sacado su origen esos reyes muy santos que
están a tu acreedor y que compone tu corte.¡Oh , padre universal!
¡Oh, padre de los bienaventurados mortales e inmortales!
Tú has creado potencias maravillosas semejantes a tu eterno pensamiento y
a tu esencia adorable; tú los has establecidos superiores a los
ángeles que anuncian al mundo tu voluntad; en fin,
tú nos has creado en el tercer rango en el imperio elemental.
Allí nuestro continuo ejercicio es adorar tus deseos;
allá nosotros quemamos sin cesar aspirando a poseerte.
¡Oh, padre!
¡Oh, madre, la más tierna de las madres!
¡Oh, archimodelo admirable de la maternidad y del puro amor!
¡Oh, hjo! ¡la flor de los hijos!
¡Oh, forma de todas las formas, almas, espíritu, armonía y nombre de todas las cosas!
Amén.”
ORACIÓN DE LAS SALAMANDRAS
“Inmortal eterno, inefable e increado padre de todas las cosas,
que eres llevado sobre el eje de los mundos que se mueven siempre;
dominación de las inmensidades etéreas donde está elevado el
trono de tu poder desde el cual tus ojos sin par lo ven todo y tus
oídos bellos y santos lo escuchan todo, oye a tus hijos,
a quienes has amado desde el nacimiento de los siglos; tu dorada,
grande y eterna majestad resplandece por encima del mundo y del cielo
y de las estrellas; tú estás elevado sobre éstas. ¡Oh, fuego centellante!
Allí te iluminas tu mismo con tu propio esplendor
que sale de tu esencia , de los arroyos de luz que nutren
tu espíritu infinito. Este espíritu infinito nutre todas las cosas y
está siempre dispuesto para la generación que los trabaja y
que se apropia las formas de que tú has impregnado desde el principio.
De este espíritu han sacado su origen esos reyes muy santos que
están a tu acreedor y que compone tu corte.¡Oh , padre universal!
¡Oh, padre de los bienaventurados mortales e inmortales!
Tú has creado potencias maravillosas semejantes a tu eterno pensamiento y
a tu esencia adorable; tú los has establecidos superiores a los
ángeles que anuncian al mundo tu voluntad; en fin,
tú nos has creado en el tercer rango en el imperio elemental.
Allí nuestro continuo ejercicio es adorar tus deseos;
allá nosotros quemamos sin cesar aspirando a poseerte.
¡Oh, padre!
¡Oh, madre, la más tierna de las madres!
¡Oh, archimodelo admirable de la maternidad y del puro amor!
¡Oh, hjo! ¡la flor de los hijos!
¡Oh, forma de todas las formas, almas, espíritu, armonía y nombre de todas las cosas!
Amén.”