LAS FLORES TAMBIÉN LLORAN

LAS FLORES TAMBIÉN LLORAN



Erase una vez una flor tan pequeña, que no sobresalía una brizna por encima del suelo en lo más profundo de un bosque.
Mientras crecía, se enamoraba de un apicultor que recolectaba las raíces de las flores mas olorosas y medicinales, para trasplantarlas en su jardín y sirviesen a sus abejas como alimento, agradeciéndoselo éstas elaborando la más jugosa y dorada miel.
Día tras día admiraba las ágiles manos de aquél que las trataba con tanto mimo, soñando con que llegase su momento, trasladarse a su hogar junto a él, donde sería cuidada con esmero y pasión bajo el cielo azul.
Tal era su devoción que se afanó en florecer una hoja en forma de corazón en señal de afecto a su amado. Y una mañana que el sol la iluminaba y la brisa la mecía no pasó desapercibida su presencia. Mientras se acercaba hasta ella su corazón se henchía derramando con alegría el más fragante de los perfumes, haciendo que las demás flores girasen buscando la procedencia de aquel angelical aroma. Su candidez refulgía en los pétalos en un color carmesí, destacándola entre todas ellas. El hombre encandilado por tanta belleza se arrodillo aferrándola con ternura entre sus palmas y mostrándole con palabras toda su admiración, observándola con detalle, vio sorprendido la hojita en forma de corazón recordándole de inmediato a su amada que esperaba en casa. Sin pensárselo la cortó por el tallo para ofrendársela, acortando su vida.
Caminaba con ella en su mano pareciéndole percibir una melodía perfecta en un acariciante susurro. Notas que el alma de la flor expresaba en su glorioso momento ajena a su eminente fin.
La flor no podía dejar de mirarle, le parecía flotar entre nubes en su cálida mano hasta notar el frío cristal del jarrón, fue entonces cuando se vio dentro de la casa, lo que no esperaba, lejos de su necesitada naturaleza. Muy lejos de su sueño, dejó prácticamente de verle y cuando se encontraba delante sus abrazos y dulzura no era para ella, ni una palabra desde aquel glorioso día.
Pronto la tristeza, que apenas consolaba en sus fugases visitas, aceleró el marchitar de sus pétalos. Arrugada su candidez y separada de su hojita en forma de corazón, que guardaron como recuerdo en un libro, perdieron todo el interés por la flor, que abandonaron a su suerte sobre un montón de hojas secas, en un rincón del jardín por limpiar. Mientras el apicultor las barría, la flor le contemplaba desde el más profundo de los anhelos, y en un último suspiro derramó una lagrima carmesí.
Al agacharse al suelo para recoger la basura se detuvo tomó a la marchitada flor y pasó un dedo por lo que le pareció una lagrima. Notas que emulaban un lamento llegaron hasta sus oídos que le estremecieron, a la vez que un pájaro le arrebata con sus garras lo que quedaba de ella. En su viaje fue derramando el polen por el bosque que al caer parecía diminutas lágrimas carmesí.
Dicen que en el otoño , cuando la floresta marchita y se seca, un camino de flores rojas resurge embriagándolo y contagiando de un sentimiento de nostálgico
Dicen que a vista de pájaro se vislumbra una lágrima con destellos rubí que su inicio abarca desde la casa del apicultor hasta lo profundo del bosque, y, dicen, que desde entonces el hombre suspira por su amor marchito.

3 comentarios:

Anabel Botella dijo...

Es un blog muy bonito. Por cierto, lo de Antigua tiene algo que ver con el libro de Canción de hielo y fuego, o es porque estás creando un mundo llamado así.
Saludos desde La Ventana de los sueños.

Max dijo...

Hola Anabel, aunque suelo contestar en los blogs de las personas que me dejan comentarios, creo oportuno hacerlo también aquí.
Primero agradecerte el tiempo que me regalas cada vez que te asomas por mis blogs.
Sobre tu pregunta, es lo segundo, el nombre de Antigua, me inspira sabiduría , conocimientos, magia, fantasía, un mundo que da cabida a muchos otros, y más que un reino ubicado en un lugar concreto uno que emerge por doquier, para acaparar y recopilar información o intervenir si es necesario.
Me alegra que te guste el blog, aún está por terminar de “amueblar".
Felicitarte por tu novela, lo poco que he leído me entusiasma y voy a recomendarla.
Nos seguimos viendo.

Anónimo dijo...

El otoño es mágico.
triste lo que he leído pero bello.

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