EL HECHIZO PERFECTO ¨1¨

EL HECHIZO PERFECTO ¨1¨


Se llevó un puñado de tripas frescas y chorreantes de nuevo a la boca agonioso, a pesar de andar mascando el último bocado que había desgarrado con los dientes escasos segundos antes.

Tripas, ¡tripas! era lo que más le gustaba, su plato favorito, jugosas elásticas e interminables.

Le fascinaba manosearlas y escuchar el ruido fangoso que hacia las tripas al estrujarlas, su tacto baboso y los últimos halos de calor vital que desprendían, recuerdos de la vida que acababa de segar.


No se había terminado el suculento festín cuando ya pensaba en su próxima presa. Bulcón se limpió con la manga los restos de sangre y tiras finas de pellejo que colgaban en su espesa barba, se estiró exageradamente y bostezó, cogió enérgicamente su jarra de agua fresca de manantial, del agua más pura y cristalina de lo alto de la montaña “Visuti”, ¡había que cuidarse!, y tomó un buen trago, casi un litro de golpe.

Eructó retumbando el sótano y espantando las ratas que devoraban vertiginosamente las migajas que dejaba caer guarramente en el suelo. Estaba cansado la captura fue trabajosa, esta vez la presa era lista y muy escurridiza y había malgastado el doble de tiempo en atraparla, ¿o se estaba volviendo viejo?, sacudió la cabeza para quitarse ese estúpido pensamiento de la mente, anduvo tres pasos, dio un salto y se dejó caer sobre la mugrienta cama de cemento con cuatro mantas roñosas.Se acomodó, sacudió un saco negruzco y deshilachado, y tras un par de puñetazos para distribuir el serrín que tenía de relleno posó rudamente la cabeza.

Resopló mientras se quitaba las botas ayudándose con los propios pies. Estaba algo enfadado y preocupado, ahora era el momento de atiborrarse, si no lo hacía en este tiempo que le quedaba su oportunidades se esfumarían hasta el próximo año, pronto la estación cambiaría y su dieta se vería muy disminuida, no sería tan fácil encontrar presas que satisficiera su tremendo apetito. ¡Maldijo! No quería renuncia a ese exquisito manjar, los hierbajos eran para los bichos, y los animalejos no tenían tanto sabor, no estaban tan ricos, no. Además tenía que mantenerse en su talla en sus 450 kilitos; menos y quien le iría a respetar tan canijo.

Elevó un cachete y se tiro un pedo, tan grande que soltó una carcajada al oírlo y un ¡¡PUUAGG!! al olerlo.Un día se retaría a sí mismo, pensó:

-¿Cuántas tripas sería capaz de engullirme de una sentada?

Tenía que intentarlo, pero para ello primero tendría que atrapar un montonazo de presas….

-Será divertido,- masculló bostezando.

Otro terrible pedo, retumbó en el sótano y una siniestra pero leve carcajada lo acompañó.

-Ungg ¡¡¡¡que peste!!! -.Sonó desde lo bajo con un hilito de voz, pero Bulcón no se percató ya estaba profundamente dormido, posiblemente soñando con su plato favorito...

(Refrescando entradas antiguas.)

3 comentarios:

ROSA dijo...

Es un placer siempre leerte
Un besito Rosario

Samantha dijo...

Lo relatas tan bien que parece que lo estoy viendo! Genial!

Anónimo dijo...

tripas ke asco.
pero me ha gustado; pedos, eructos :)
la vida misma.

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